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"Hans Christian Andersen"
(Odense, Dinamarca, 1805 - Copenhague, 1875) Escritor danés. Inscrita en el romanticismo, su obra comprende diversos libros de poemas, novelas y piezas para el teatro; sin embargo, Hans Christian Andersen debe su celebridad a las magníficas colecciones de cuentos de hadas que publicó entre 1835 y 1872. Son creaciones suyas relatos como El patito feo, La sirenita, El soldadito de plomo, El sastrecillo valiente o La reina de las nieves, tan divulgados y conocidos que a veces son tenidos por cuentos tradicionales anónimos. Por su poderosa inventiva y la equilibrada sencillez de su estilo y de su técnica narrativa, Andersen es el primer gran clásico de la literatura infantil.
Hans Christian Andersen
El más famoso de los escritores románticos daneses fue un hombre de origen humilde y formación esencialmente autodidacta, en quien influyeron poderosamente las lecturas de Goethe, Schiller y E.T.A. Hoffmann. Tuvo una primera niñez bastante serena entre un padre zapatero, soñador inquieto y librepensador, y una madre más vieja que su marido, supersticiosa y activa, siempre dispuesta a mimar a su hijo; tal equilibrio quedó alterado con la muerte del padre (1816), a quien el espejismo de la guerra napoleónica había alejado de la familia, y el segundo matrimonio de la madre.
En 1819, a los catorce años, Hans Christian Andersen viajó a Copenhague en busca de fortuna. En vano esperó llegar a ser cantante, actor o por lo menos bailarín, ni tampoco fueron más afortunadas sus primeras tentativas poéticas. La crisis que vivía el reino de Dinamarca a raíz de las duras condiciones del tratado de paz de Kiel y su escasa formación intelectual obstaculizaron seriamente su propósito.
Sin embargo, con la ayuda de personas adineradas (especialmente del director teatral Jonas Collin, que medió para que se le concediese una beca), logró cursar estudios regulares, y en 1828 obtuvo el título de bachiller. Un año antes se había dado a conocer con su poema El niño moribundo, que reflejaba el tono romántico de los grandes poetas de la época, en especial los alemanes. En esta misma línea se desarrollaron su producción poética y sus epigramas, en los que prevalecía la exaltación sentimental y patriótica.
En 1830, durante un viaje, pasó la experiencia de su primer amor, desdichado como los dos que siguieron (por Luisa Collin, la hija de su protector, y por la soprano Jenny Lind, el famoso "ruiseñor del Norte"). Entre las numerosas composiciones de este período cabe destacar Caminata desde el canal de Holmen hasta la punta oriental de Amager, el vodevil Amor en la torre de San Nicolás y las recopilaciones de versos Poemas (1830), Fantasías y esbozos (1831), Cuadros de viaje por el Harz, Suiza, Sajonia, etc., en el verano de 1831 y el ciclo poético Los doce meses del año.
El escaso éxito de sus obras teatrales y su insaciable curiosidad lo impulsaron a viajar por Europa. En los años 1833 y 1834 estuvo en Francia y en Italia, principalmente en París (donde escribió Inés y el tritón) y en Roma; posteriormente, ya famoso gracias a sus cuentos, visitaría Alemania, Grecia, Turquía, Suecia, España y el Reino Unido, entre otros países, y anotaría sus impresiones en interesantes cuadernos y libros de viaje: Bazar de un poeta (1842), En Suecia (1851), España (1863) y Visita a Portugal (1866).
En 1835, de regreso tras su primer viaje, alcanzó cierta fama con la publicación de su novela El improvisador. Además de los cuentos, son dignas de recuerdo las novelas O.T. (1837), Tan sólo un violinista (1837), Las dos baronesas (1848), Ser o no ser (1857) y Pedro el afortunado (1870), todas de inspiración más o menos autobiográfica, y piezas teatrales como El mulato (1840). Interpretó su propia vida como un bello cuento en sus repetidas autobiografías: El libro de la vida (1832-33), El cuento de mi vida (1846) y Mit Livs Eventyr (1855), reelaboración danesa de la anterior, a la que siguió un apéndice en los años 1868-69.
Los cuentos de Andersen
Durante una estancia en el Reino Unido, Andersen había entablado amistad con Charles Dickens, cuyo poderoso realismo, al parecer, fue uno de los factores que le ayudaron a encontrar el equilibrio entre realidad y fantasía, en un estilo que hallaría su más lograda expresión en una larga serie de cuentos. Al regreso de su primer viaje a Italia, que tuvo la virtud de estimular su fértil imaginación, Andersen preparó y publicó Cuentos para contar a los niños (Eventyr, fortalte for børn, 1835), primero de sus famosísimos libros de cuentos infantiles; nuevas colecciones suyas verían la luz en años sucesivos (1843, 1847, 1852); la última de ellas fue Nuevos cuentos e historias (Nye eventyr og historier, 1858-1872).
Pulgarcita en la primera edición ilustrada de los cuentos de Andersen (1849)
Inspirándose en tradiciones populares y narraciones mitológicas extraídas de fuentes alemanas y griegas, así como en experiencias particulares, Hans Christian Andersen llegaría a escribir, entre 1835 y 1872, un total de 168 cuentos protagonizados por personajes de la vida diaria, héroes míticos, animales y objetos animados. Parte de ellos son cuentos populares que el autor había oído contar en su infancia en Odense y que reproduce con tonos sencillos de gusto popular y, al mismo tiempo, estilísticamente refinados (por ejemplo, El eslabón, El pequeño y el gran Claus, Los cisnes silvestres o El porquero). Otros, como Ole Luköje y La colina de los elfos, están tomados de leyendas; y algunos, como El vestido nuevo del emperador, proceden de fuentes literarias.
Con todo, la mayor parte de las historias son pura invención de Andersen, hecho en que el danés se aparta de la línea de autores que reelaboraron cuentos tradicionales (como el francés Charles Perrault en el siglo XVII) o se limitaron a transcribirlos y compilarlos buscando preservar su pureza y espontaneidad originales (como los hermanos Grimm). Andersen reveló una poderosa fantasía al convertir incluso a seres inanimados en protagonistas de sus narraciones, como ocurre en El soldadito de plomo, El molino de viento, El farol viejo o El collar. Animales y también plantas son personajes habituales (El ruiseñor, El sapo, El patito feo, La mariposa, La margarita, El abeto o El último sueño de la vieja encina), sin que falten por ello los protagonistas humanos, como en Pulgarcita o El sastrecillo valiente.
La maestría y la sencillez expositiva logradas por Andersen en sus cuentos no sólo contribuyeron a su rápida popularización, sino que consagraron a su autor como uno de los grandes genios de la literatura universal. Dirigidas en principio al público infantil, aunque admiten sin duda la lectura a otros niveles, las narraciones de Andersen se desarrollan en un escenario donde la fantasía forma parte natural de la realidad y las peripecias del mundo se reflejan en historias que, no exentas de un peculiar sentido del humor, tratan de los sentimientos y el espíritu humanos.
Valiéndose de elementos fabulosos o reales y autobiográficos, como en el cuento El patito feo, el escritor danés identificó sus personajes con valores, vicios y virtudes para describir la eterna lucha entre el bien y el mal y dar fe del imperio de la justicia, de la supremacía del amor sobre el odio y de la persuasión sobre la fuerza; en sus relatos, los personajes más desvalidos se someten pacientemente a su destino hasta que el cielo, en forma de héroe, hada madrina u otro ser fabuloso, acude en su ayuda y premia su virtud, ( falleció de Cáncer del hígado el 4 de agosto de 1875 en Rolighed).
FUENTE:
Jacob Grimm (Hanau, actual Alemania, 1785 - Berlín, 1863) y Wilhelm Grimm (Hanau, 1786 - Berlín, 1859). Filólogos y folcloristas alemanes autores de una celebérrima recopilación de cuentos populares titulada Cuentos infantiles y del hogar (1812-1822). Las innumerables reediciones modernas de esta obra suelen llevar títulos como Los cuentos de hadas de los hermanos Grimm o Cuentos de los hermanos Grimm, como si los relatos fuesen de su invención. En realidad, buena parte de su éxito como transcriptores y compiladores de la tradición cuentística oral procede precisamente de su criterio (novedoso en la época) de respetar al máximo la frescura y espontaneidad de los cuentos tradicionales, en lugar de someterlos a artificiosas reelaboraciones literarias.
Los hermanos Grimm
Jacob y Wilhelm Grimm eran los dos hermanos mayores de un total de seis, hijos de un abogado y pastor de la Iglesia Calvinista. Siguiendo los pasos de su padre, estudiaron derecho en la Universidad de Marburgo (1802-1806), donde iniciaron una intensa relación con el poeta y folclorista Clemens Brentano, quien les introdujo en la poesía popular, y con el jurista e historiador del derecho Friedrich Karl von Savigny, el cual los inició en un método de investigación de textos que supuso la base de sus trabajos posteriores. La exaltación de la literatura anónima tradicional del filósofo Johann Gottfried Herder, por otra parte, influyó decisivamente en sus ideas sobre la poesía y la narrativa popular, a la que concedían un valor superior a la literatura culta en tanto que genuina expresión del espíritu del pueblo.
Entre 1812 y 1822, los hermanos Grimm publicaron los Cuentos infantiles y del hogar, una colección de cuentos recogidos de diferentes tradiciones a menudo conocida como Los cuentos de hadas de los hermanos Grimm. El gran acierto de los hermanos Grimm fue mantener en esta publicación el carácter original de los relatos, preservando su viveza y frescura populares al renunciar a toda tentación de reelaboración literaria. A esta recopilación le siguió otra de leyendas históricas germanas, Leyendas alemanas (1816-1818).
A partir de ese momento siguieron, durante unos pocos años, trayectorias separadas: Wilhelm Grimm se centró en el estudio de la tradición medieval, mientras que Jacob Grimm se orientó hacia la filología con un importantísimo trabajo sobre historia de la lengua, La gramática alemana (1819-1837), que ejercería gran influencia en los estudios contemporáneos de lingüística histórica y comparada.
En 1829 los hermanos Grimm se trasladaron a la Universidad de Gotinga, y de ésta, invitados en 1840 por el rey Federico Guillermo IV de Prusia, a la de Berlín, en calidad de miembros de la Real Academia de las Ciencias. Allí comenzaron su más ambiciosa empresa, el Diccionario alemán, un riquísimo y complejo trabajo del que editaron solamente el primer volumen. La continuación de esta magna obra requirió los esfuerzos de varias generaciones de estudiosos, y no fue completada hasta comienzos de la década de 1960.
Los cuentos de los hermanos Grimm
Los Cuentos infantiles y del hogar fueron publicados entre 1812 y 1822, en tres volúmenes. La colección de poemas y canciones populares El cuerno maravilloso del niño, de Achim von Arnim y Clemens Brentano, dio a los hermanos Grimm la idea de preparar una colección de cuentos populares. Según el propósito de los Grimm, esta obra había de ser sobre todo un monumento erigido a la literatura popular, un documento que recogiese de boca del pueblo lo poco que se había salvado de la gran producción medieval germánica y que constituía la tradición nacional que suponían perdida. Sus fuentes principales fueron, además de los recuerdos de su propia infancia y de la de sus amigos, la gente sencilla del pueblo a la que iban interrogando; en la ciudad de Kassel, por ejemplo, la hija del farmacéutico Wild les repitió muchas historias oídas en su infancia de boca de "la vieja María".
Ilustración del cuento Hermano y hermana en la edición de 1819
Al transcribir estos cuentos procuraron conservar fielmente no sólo su trama, sino también el tono y las expresiones de que aquellas personas se servían. Si bien en algunos casos tuvieron que intervenir para aclarar pasajes ambiguos o confusos, se respetó al máximo la espontánea sencillez de la narración y su estilo oral, inaugurando con ello los métodos etnográficos modernos. Tal rigor carecía de precedentes: hasta entonces, los autores cultos y los literatos (como Johann Karl August Musäus) se habían servido de los cuentos populares como una estructura básica o punto de partida para efectuar una reelaboración estilística y literaria, en la que podían engarzarse además divagaciones morales o alusiones poéticas.
Sólo en una segunda época se aprovecharon también los hermanos Grimm de fuentes literarias (es decir, de relatos divulgados por autores como Lutero, Hans Sachs, Johann Michael Moscherosch o Johann Heinrich Jung-Stilling), pero esforzándose por hallar bajo las variaciones y los embellecimientos literarios la primitiva ingenuidad de la trama y del estilo (proverbios, repeticiones), guiados sobre todo por su instinto poético. Se ha dicho que estos cuentos se han vuelto verdaderamente populares por medio del libro de los hermanos Grimm. Lo cierto es que ellos supieron darles tanta frescura que pocos libros hacen revivir de inmediato la misteriosa y profunda intimidad de la naturaleza germánica, permitiendo sentirla con el espíritu con que a ella acude el pueblo alemán.
De la mayor parte de las fábulas puede desprenderse una enseñanza moral o una lección práctica, pero el encanto y valor de estos relatos reside ante todo en su auténtica inspiración popular. Forman parte de esta colección de más de doscientos cuentos, entre los que figuran narraciones tan famosas como Blancanieves, La Cenicienta, Pulgarcito, Juan con suerte, Leyenda de los duendecillos, La hija del molinero, Caperucita Roja, Rabanita, En busca del miedo, Los músicos de Bremen o Barba Azul.
"Charles Perrault"
(París, 1628 - id., 1703) Escritor francés. Cultivó la poesía galante y fue protegido por el ministro Colbert, gracias al cual ingresó en la Academia Francesa (1671). Su poema El siglo de Luis el Grande (1687) reavivó la «querella de los antiguos y los modernos», y para sostener su tesis, favorable a los escritores modernos, escribió Comparación entre antiguos y modernos (1688-1697) y Los hombres ilustres que han surgido en Francia durante el siglo XVII (1696-1700). Es autor de una recopilación de cuentos infantiles titulada Historias y relatos de antaño (1697), que le valieron una gran celebridad póstuma.
Charles Perrault
Educado en el colegio de Beauvais, Charles Perrault se aficionó grandemente a la literatura desde su mocedad. Compuso durante sus años de colegio una Enéide travestie agradable, juntamente con su amigo Baurin y con sus hermanos (Claude Perrault, que sería médico y arquitecto, y Nicolás Perrault, futuro teólogo). Abogado del foro de París en 1651, obtuvo luego diversos cargos administrativos y gubernativos. De 1654 a 1664 estuvo empleado en la administración de la Recaudación General de Hacienda, dirigida por su hermano Pierre bajo la supervisión del ministro Jean-Baptiste Colbert, protector de la familia.
Charles Perrault fue más tarde inspector general de la Superintendencia de las Construcciones Reales y miembro de la comisión encargada de redactar inscripciones en los monumentos públicos (que posteriormente se convertiría en la Academia de Inscripciones). Mientras tanto, frecuentaba los salones, haciéndose apreciar por su "sprit" y por su amabilidad, y fundaba con Costar y Pinchesne un grupo de amigos literatos a los que se unió durante algún tiempo Madame de la Suze, la sentimental poetisa. Fue precisamente hacia esta época (1660) cuando escribió las poesías tituladas Le miroir ou La métamorphose d'Orante y La chambre de la justice d'amour.
A partir de 1671, fecha de su ingreso en la Academia Francesa, tomó parte muy activa en sus deliberaciones. Colbert le había confiado oficiosamente la misión de apoyar en el campo literario la política de prestigio con la que reforzaría y ampliaría la autoridad de la monarquía; el poeta oficial Jean Chapelain le ayudó en aquella labor. Perrault propuso una reforma en la organización de la Academia y en el nombramiento de sus miembros; a partir del 13 de enero de 1672, las sesiones fueron públicas. Pero, pese a sus muchos esfuerzos y a los poderosos apoyos con que contaba, se atrajo la enemistad de otros grupos, en especial de Nicolas Boileau y sus seguidores.
La polémica se inició cuando el 27 de enero de 1687 leyó en la Academia un poema más bien mediocre, titulado El siglo de Luis el Grande, en el que sostenía la superioridad de los escritores modernos sobre los antiguos. Nicolas Boileau, Jean Racine y otros ridiculizaron el poema, y Perrault replicó remachando y explicando sus teorías en los cuatro volúmenes de su Comparación entre antiguos y modernos (1688-1697). Las preferencias expresadas por Perrault levantaron un prolongado debate público que se convirtió en la famosa «querella de los antiguos y los modernos». Nicolas Boileau lideró la defensa de los antiguos; a sus sarcásticas Réflexions critiques sur Longin contestó Perrault con una Apologie des femmes (1694).
La controversia continuó incluso después de la reconciliación de los dos jefes de grupo (1700), y no careció de aportaciones de enjundia; así, la teoría según la cual las artes no dejan nunca de perfeccionarse a través de una revolución de carácter científico anima la Digresión sobre los antiguos y los modernos (1688) de Bernard Le Bovier de Fontenelle. Cuando se apartó de esta polémica, que puede considerarse casi la polémica del siglo, Perrault publicó Los hombres ilustres que han surgido en Francia durante este siglo, con sus retratos al natural (1696-1700), obra biográfica en dos volúmenes, de poco valor, pero ilustrada con hermosos grabados.
Los cuentos de Charles Perrault
En 1697 publicó Charles Perrault el libro al que debe su celebridad: Historias y relatos de antaño. Cuentos de mi tía Ansarona. Pensando que era poco serio que la obra apareciera con su nombre, publicó con el de su hijo esta colección de cuentos en verso y en prosa, nacida con la modesta pretensión de divertir a los muchachos, pero que, gracias a su feliz ingenuidad y su sabroso y sencillo estilo, estaba destinada a conquistar al público europeo y a tener un número prodigioso de ediciones, así como a captar la atención y exaltar la fantasía de escritores como los hermanos Grimm, Ludwig Tieck y Maurice Maeterlinck, que hicieron de ella transcripciones y arreglos.
El gato con botas en una ilustración de Gustave Doré
Los cuentos más populares, y quizá también los más bellos, como Barba Azul, La bella durmiente del bosque o La Cenicienta, serían objeto de versiones musicales a cargo de compositores de la talla de Gioachino Rossini, Jacques Offenbach, Paul Dukas y Bela Bartok. Junto a los ya citados, merecen destacarse otros muchos también universalmente conocidos, como Caperucita roja, El gato con botas, Pulgarcito, La princesa astuta, Las hadas, Piel de asno, Deseos ridículos y Ricardito, el del copete.
Si bien la fuente de sus cuentos es la tradición popular, nos hallamos muy lejos de la ingenuidad a que quisieron atenerse en Alemania los hermanos Grimm. Aunque su lenguaje es también rico en expresiones características, tomadas del mundo del que provienen los personajes, Perrault se mantiene alejado por igual del llano realismo y de la reconstrucción histórica: sus príncipes y grandes señores son los mismos de la Corte de Versalles, y sus campesinos y artesanos son los que se movían alrededor de París y de la Isla de Francia en el siglo XVII.
La elegancia de su estilo hace de cada uno de estos cuentos una pequeña obra maestra, fruto de un paciente trabajo de lima, como se puede comprobar confrontando el volumen del año 1697 con la primera redacción de los cuentos, aparecida en revistas como el Mercure de France. El literato no supo resistir a la tentación de añadir a los cuentos una moraleja, que siempre resulta la parte más débil; al hacerlo, no sólo se inclinaba ante el gusto de la época, sino que con ello salía al paso de las posibles acusaciones de corromper a la juventud.
Las demás obras de Charles Perrault tienen un interés muy secundario: Saint Paulin (1686), Le cabinet des Beaux-Arts (1690, colección de grabados), La Marquise de Salusse ou La patience de Griselidis (1691) y Adam ou La création de l'homme (1697). Perrault escribió también una comedieta en tres actos, L'oblieux, que no se publicó hasta 1868. Sus Mémoires (1755) contienen riquísimas y valiosas informaciones sobre la obra del ministro Colbert
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